Un gran porcentaje de los jugadores de billar de todas las
especialidades de este noble deporte artístico- científico, utilizan su
intuición como mecanismo de juego. La consecuencia real y directa de esta forma
de encarar el juego es irremediablemente un encasillamiento y restricción del
mismo. El jugador no tendrá el mismo espectro y recursos que aquel que
desarrolla diferentes técnicas y/o bases teóricas sólidas.
Contará con más ataque ante una eventual situación de
riesgo, y una serie de ángulos y aperturas que tendrán su sostén en los números
a la hora de calcular la llegada.
Un verdadero proceso de aprendizaje y superación comienza
cuando reconocemos que debemos ir perfeccionando aquello que suponíamos
conocido. Este es un punto muy importante. Porque como veremos en los
ejercicios de postura y efectos notaremos que la concentración y correcta
memoria muscular inciden en el resultado.
Asimismo la práctica debe estar acompañada ineludiblemente
del cuaderno de ejercicios, y la base teórica. No basta con aprender formulas.
Debemos dedicarle las horas sugeridas a cada ejercicio o posición.
La práctica en los dos primeros niveles, deben ser
amigables, con situaciones de juego de fácil resolución, para poder axial tomar
confianza y obtener resultados positivos.
Pensemos por un instante todo lo que ve un perfecto jugador:
cuando se dirige a la mesa ya visualiza la o las soluciones, analiza el
porcentaje de éxito, retruques, cálculo de llegada, salida, ataque, efecto bola
1, tome de bola 2, fuerza (memoria muscular) y finalmente la ejecución.
Una vez que dominemos cada uno de estos puntos
estaremos disfrutando de este hermoso juego sin límites.
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